El silencio de la abuela

Autora: María Gutiérrez

Sara, la mediana de tres hermanos, era la única que tenía claro que le gustaban los libros. Estaba dispuesta a conseguir su sueño en el mundo de la matemáticas. Esta determinación se la debía en gran parte a un profesor que por su forma de enseñar, consiguió liberarla de la “matefobia” que casi siempre trae consigo dicha asignatura.

Durante un tiempo se mantuvo en silencio, cuidando sus pensamientos y sus palabras hasta estar completamente segura para dar el paso definitivo.

Una vez convencida, le comunicó a su familia que había encontrado su camino: el apasionante mundo de las matemáticas, así que súper ilusionada se matriculó para iniciar su carrera en ciencias exactas.

Transcurridos los dos primeros cursos, se dio cuenta que no le fascinaban tanto como ella creía, empezando las dudas de si seguir o cambiar de carrera. A sus veinte años, se planteó hacer un alto en el camino y días tras día lo consultaba con la almohada. No quería dar un paso en falso y precipitarse con una decisión inmediata, conectando con su mente en medio de una actitud silenciosa y abrumadora a la vez, siendo consciente de lo que iba a suponer exponerlo a la familia y contar con su apoyo, sin que se sintiera decepcionada.

Ahora se decantaba por ingeniera industrial, en la cual también había matemáticas y habilidades numéricas con muchos retos y salidas. Quería seguir motivada para poder vencer todos los obstáculos y después de todo el esfuerzo, ver y comprobar que era a eso a lo que quería dedicarse…

Todos estaban de acuerdo menos Leonor, la abuela. Por nada del mundo Sara deseaba tener el más mínimo roce con ella, no se lo merecía en absoluto y al mismo tiempo, sabiendo que era diabética e hipertensa, entre unos de los muchos achaques que venía arrastrando ya por su edad, no deseaba darle un disgusto en ningún momento. En todas las familias existen diferencias y esta, no iba a ser menos.

En aquella tarde de septiembre, Sara se encontraba muy nerviosa y se preguntaba a sí misma ¿a qué viene tanto miedo? ¡Qué tontería más grande!

No se atrevía a emprender ningún comentario, seguía sentada junto a la abuela en silencio, sin soltar prenda. Quería implicarla de lleno en sus nuevos planes pero se sentía tan turbada pensando que no la entendiera y que lo considerara como un gran error, en lugar de entender su gran deseo que tanto había meditado y pensado en un próximo futuro…

Sara se armó de serenidad, intentado dialogar tranquilamente ante la postura inmóvil de la abuela; no quería saber nada de nada mientras ella le abría su corazón de par en par, como no lo había hecho con ninguna otra persona, hablando y hablando, haciéndole ver que nadie es perfecto, que tuviera fe en ella y no intentar con su postura, complicar las cosas en lugar de dejarse llevar y esperar al futuro con ilusión.

No estaba dispuesta a renunciar, lo había meditado una y mil veces hasta verlo bien claro y seguir por ese camino que ahora se abría ante ella con gran anhelo.

La abuela continuaba con la mirada perdida, como en estado de trance. Siempre había tenido un carácter fuerte, segura de cada uno de sus actos y no había nada, absolutamente nada, que la hiciera romper esa seguridad. ¡Qué dura batalla se le presentaba a Sara ante esa postura tan terca y silenciosa de su querida abuela!

El tiempo, el esfuerzo y la suerte, serán el resultado del nuevo camino elegido.

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