Si la envidia fuera tiña

ovejas

 

Autora: Elena Casanova Dengra

¡Hola Puri! No quiero entretenerte porque supongo que estarás muy ocupada con los niños y  la casa. Tengo que pedirte un gran favor y esta mañana se me ha olvidado decírtelo en la oficina. Voy de camino al gimnasio con  una cobertura horrorosa  así que voy a ser muy breve.

¡Ay, Puri!, ¡qué locura!, al final me he decidido por el vestido ese que te comenté para la cena de navidad de la  empresa, el de  flores rojas,  y unos taconazos que quitan el hipo. Este finde cayeron ambos regalazos para mi cuerpo serrano.   Me han costado un pastón, pero… ¿qué quieres que te diga?, de vez en cuando una se tiene que dar un caprichito, ¿no te parece?  A lo que iba: me gustaría que me prestaras tu pañuelo rojo, el de seda que te pusiste para la boda de Bego.  En cuanto me  he probado el vestido  ha sido como un flash, ese es el pañuelo  que le va como anillo al dedo.  Me dijiste que era muy especial porque es una reliquia de tu familia, pero te  prometo que lo cuidaré como oro en paño.

Y tú, ¿qué vas a llevar? Me imagino que no irás de cualquier manera porque  ya sabes cómo iban el año pasado las de finanzas y contabilidad, y sobre todo esa,  ¿cómo se llama? ¿Esa morena con el pelo largo que es cuellicorta? Ah, sí, ya lo recuerdo, no me lo digas: Marta.  Parecía recién salida  de un desfile de Chanel con ese moño tan emperifollado que le estiraba tanto  la cara  que el  kilo y medio  de pintura  se le iba a resquebrajar como la tierra árida . Y esos ojos, ¡qué exageración Puri!, ¿no te recordaban a una furcia de  las películas del siglo pasado? No podía dejar de mirarla, en serio, es que se me iba la vista tras ella. Tenía toda la pinta de una diva hundida en la ordinariez más absoluta. No sé si te fijaste, pero todos los tíos la sobaban con la mirada, claro que con ese escote que le llegaba hasta el ombligo, ¿qué machito no iba a sucumbir a sus encantos? Pero me da a mí que ese par de melones, porque no parecen otra cosa, melones y corta me quedo. A lo que iba chica, que esa ha pasado por el quirófano para subirse la moral “tetónica”. Ni un milímetro se le movían cuando bailaba. Y David, el tonto de David, el informático que se cree muy guapo,  con la baba caída estuvo toda la noche tras ella. Los hay tontos… si yo te contara. Ese  picaflor que no se come ni una rosca estuvo un tiempo rondándome a mí,  pero yo…  ni caso.

Aparte del escotazo, el vestido debía ser  dos tallas más pequeño, porque las nalgas, bien marcadas  y apretaditas  le quedaban. Esa no tiene buen tipo, te lo digo yo  que la veo casi todos los días en la cafetería en vaqueros y le quedan horrorosos, con el trasero tan escuchimizado y plano que parece un trozo de plastilina  prensada. La muy ignorante se cree que todas lo somos y no sabemos que existen unas prendas interiores que te dan volumen donde no hay nada y te quita  cuando hay de sobra. Si lo sabré yo que  tengo una sobrina que trabaja en una lencería y me ha contado con pelos y señales los milagros que se producen debajo de los vestidos de fiesta. ¿Y los zapatos?  La pobre  parecía un pato mareado cuando intentaba dar algunos pasos.  No todas saben andar con tacones, hay que tener mucho estilo  y clase, dos cualidades de las que ella carece por completo.

¿A quién pretenderá engañar la renacuaja esa? A lo mejor al jefe. Aparte de David,  también estuvo pendiente toda la noche de ella. Que si Marta por aquí, que si Marta por allí.  Se cree que posee una mina de oro, y todo porque la chavala habla cuatro idiomas y se maneja algo con los ordenadores (dicen que es muy buena, pero ya será menos). Siempre que me la tropiezo por los pasillos  va con esas ínfulas  de grandeza que no hay quien le tosa. Ahora, también te digo: si me saluda,  miro para otro lado sin decirle nada. “La pava en huevos” se cree que puede reírse de mí.

Pero a lo que iba, Puri, te dejo que es muy tarde y ya estoy en la puerta del gimnasio. Mañana seguimos hablando en la oficina. ¡Ah! y no te olvides del pañuelo que me hace una ilusión tremenda.

 Bye, bye…

Lo que no sabéis, es que Puri  pidió un traslado a Contabilidad y finanzas. Y otra:  el pañuelo, por arte de magia, desapareció esa misma noche en un oscuro y misterioso rincón de un  armario empotrado.

Deja un comentario