Autor: Antonio Cobos Ruz
No soy hombre de himnos
o banderas,
de patrias, ni naciones.
Soy del lugar en el que vivo,
y en mi memoria,
del lugar del que procedo.
Soy un poco, también, miembro
de los muchos lugares
que conozco
o que habité de algún modo.
Respeto el sitio en que me hallo
y aprendo su lengua
y sus costumbres.
Pero no soy nacionalista,
ni de aquí, ni de allí.
No soy hombre de himnos
o banderas,
de patrias, ni naciones.
No sé cómo explicarlo…
Se puede amar a una tierra,
a un territorio, a un paisaje,
pero sólo existe un amor fuerte
cuando es un amor correspondido.
Y los territorios no sienten.
Son las personas
las que se emocionan y aman
y me siento más unido
a un hombre negro,
a un extranjero chino
o a un indio respetuoso y honrado,
que a un blanco déspota,
interesado y cruel,
que nació donde yo,
o que vive donde yo,
y que utiliza las lenguas,
las patrias o las banderas,
para que peleemos y discutamos
mientras él se sigue aprovechando
de sus privilegios de antiguo.
No soy hombre de himnos
o banderas,
de patrias, ni naciones.
Me gusta integrarme
adonde llego
y conservar lo aprendido
y lo que he amado.
Pero sin complejos de grandezas
sin oprimir a nadie,
y sin dejarme oprimir
por los más fuertes.
Por los que están
completamente seguros
de sus ideas, de su religión,
o de su raza,
plenamente convencidos
de que son distintos y mejores
y que yo no soy uno de ellos.
Me dan miedo,
ya sean de allí, o de aquí.
Tengo que defenderme
y lo haré, aunque
no soy hombre de himnos
o banderas,
de patrias, ni naciones.