Mi primera comunión

La soberbia, detalle de Los siete pecados capitales, de Brueghel el Viejo

Autor: Rafael García Guerrero

Intentamos vivir con nuestro pasado y sacar a la luz lo que vivimos, a mí me traumatizó. Recuerdo de mi infancia, a la edad de ocho años en uno de los actos más importantes de mi vida, era hacer la primera comunión.

Mi confesor, que yo veía como persona buena y humilde, era todo lo contrario. Un ser «todo soberbia, déspota y prepotente». Al ser preguntado por mis pecados, yo que era todo inocencia y puro, no supe qué responder. Todo altivo, me dijo: Que cuando supiera mis pecados haría la primera comunión.

Yo salí de la Iglesia compungido, llorando y triste, me refugié en los brazos de mi madre, que con mucho esfuerzo y dedicación me había comprado un traje de marinero y todo lo que la celebración conlleva. La gracia que le hizo a mi madre cuando se lo dije: «No podía hacer la primera comunión», ella con toda la ilusión y todo preparado.

Por la tarde fuimos al pueblo más cercano a que me confesara otro sacerdote, le conté las faltas que mi madre se inventó, pecados que no había cometido. Así comulgué, haciendo todo lo contrario de lo que dicta la Santa Madre Iglesia, mintiendo debido a un sacerdote soberbio, altanero y arrogante.

Hacía de todo menos seguir el estilo de Dios, ternura, misericordia, paciencia y cercanía. Además con el tiempo a todo el pueblo se lo hizo ver y demostró. Fue mi gran pecado, que con el paso de la edad, ha cambiado de ser mi culpa, a ser su maldad.

(Tema: pecados capitales)

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