Algo inesperado

 

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Autora: Patro Gutiérrez

Después de una noche entre sueños y desvelos, Blanca se dispone a afrontar un nuevo día. Aunque la mañana es bastante fría, para ella no supone ningún problema ya que sale bien equipada con la indumentaria adecuada para poder ir por la calle firme y esbelta, como de costumbre, con su sello personal que la caracteriza por su impecable garbo y estilo.

«Me gusta empezar la jornada con un buen desayuno para cargar bien las pilas de energía pensando en el maravilloso día que me queda por delante. Acostumbro a desayunar en una céntrica cafetería cerca de mi lugar de trabajo, muy famosa no solo por la calidad del café, sino también por el clima tan adecuado y el buen servicio que hace que te sientas como en tu propia casa. Suelo coincidir la mayoría de las veces con algunos compañeros de trabajo pero esta mañana, me encuentro sola y mira por donde, observo que no hay ni una sola mesa libre.

De pronto, me doy cuenta que un señor que está solo ocupando una mesa, hace el gesto de sacar el monedero y medio de pie, levanta la mano para avisar al camarero que ya puede venir a cobrar su consumición. Al ver que me acerco un poco con el propósito de poder ocupar la mesa, el muy descarado después de desnudarme con la mirada, vuelve a sentarse con una sonrisa burlona de lo más grosera que se pueda ver.

Al pronto, me siento muy avergonzada y me alejo un poco, pero rápidamente reacciono y vuelvo, intentando por todos los medios controlar mi malestar.»

—Mire señor, por llamarlo de alguna manera, si lo que pretende es humillarme con sus buenos modales y maneras, que sepa que no lo está consiguiendo, primero porque no lo conozco de nada y por supuesto no me importa en absoluto lo que haga o deje de hacer con su estúpida actitud. ¿Me está entendiendo? El mundo está lleno de idiotas y mira por donde hoy estaba en el sitio y a la hora precisa para que yo me lo encontrara enterito para mí. Que sepa que no soporto a los tipos como usted, que intenta ser fuerte como un caballo pero que tarde o temprano, acaba rebuznando. Dedíquese a sentirse bien consigo mismo que al fin y al cabo es con quien pasará el día y el resto de su vida.

—Por mi parte creo haber disipado todas las dudas que se me habían presentado. Señorita, le pido mil perdones, lo siento me he equivocado, le ruego que me disculpe, mi intención no era hacerle daño, perdí la cabeza cuando la vi acercarse con ese movimiento que marcaba la redondez de sus caderas que  me hizo perder la calma y por supuesto los modales. Créame, las personas importantes no se buscan, la vida te las presenta y usted es una de ellas. Nunca pero de verdad nunca, había conocido a una persona que me hiciera sentir lo que acabo de vivir hoy, perdone mi estupidez, yo no soy como al parecer he dado a entender con mi torpe actitud, ¡me siento tan avergonzado! Le deseo que tenga un buen día, le pido de nuevo disculpas.

Cuando Blanca pidió la cuenta, el camarero muy amable le comunicó que el señor que le había cedido la mesa, la había invitado dejándole una tarjeta…

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