Crónicas terrestres

 

Autora: Rosa María Moreno

La experiencia me ha demostrado en infinidad de ocasiones que el buen humor es imprescindible para superar situaciones difíciles. Ahora sufrimos una de estas, muy  grave que ha generado ALARMA de este a oeste del planeta. Ya en el siglo XX, los científicos y expertos auguraban que las grandes amenazas del siglo XXI serían los VIRUS. Una profecía en toda regla. Ya estamos en una de ellas.

¡La gran paradoja! Los mirlos siguen activando nuestro despertador antes que el sol encienda la luz, en el campo ya ha comenzado la fiesta de la Primavera, las aves ensayan sus conciertos sobre escenarios flotantes, los álamos arrojan confetis de algodón, los insectos ya montan sus campamentos. Sin embargo, el Sapiens-Sapiens, gigante de mercados y  controlador de finanzas y   tecnologías, está confinado en casa, mientras el Monstruo microscópico campa a sus anchas por ciudades y países sembrando el pánico a la población y a la economía, otra crisis que nos quedará por superar en el futuro.

Sin embargo, en estos días de alarma, el diluvio de cifras, índices y negras estadísticas no han faltado en las redes, no en las calles  porque están vacías, otro diluvio de chistes, chascarrillos y vídeos jocosos cargados de buen humor que nos hacen el arresto domiciliario más llevadero. Los aplausos a nuestros sanitarios y trabajadores públicos, los canales del telebalcón y la solidaridad vecinal  demuestran que este PAÍS chillón, cainita a veces, pícaro siempre y derrotista en ocasiones, tiene herramientas para hacer frente a esta grave situación que nos afecta a TODOS  pero, sobre todo, posee un  “Arma de protección masiva”, el humor.

Yo, como miles de personas, he decidido seguir  una terapia basada en limpieza doméstica compuesta de bayeta y multiusos para exterminar hasta la última mota de polvo de armarios y librerías,  en los que he descubierto colecciones completas de clásicos de literatura universal. Mientras paso la bayeta por sus lomos, me hacen guiños para abrir sus páginas con la promesa de hacer más llevaderos estos días de encierro obligado.  Creo que mis estanterías son las únicas que han quedado a salvo de las hordas pro-papel higiénico que han arrasado las de los centros comerciales la pasada semana. Para mí que los libros  son un artículo de primera necesidad que tengo garantizado.

¡Qué suerte!