Aíres difíciles

 

autobus

 

Autora: Rosa María Moreno

Si no recuerdo mal, es el título de una novela de Almudena Grandes, publicada  en 2002. Nada tiene que ver con el argumento de mi relato doméstico, sin duda, como resultado del fatídico estado de confinamiento que sufrimos desde hace días. Días que nos van dejando un poso de incertidumbre, desconfianza y por qué no decirlo, de miedo, puesto que el deseable pico no llega, sino que las cifras de infectados siguen su ruta ascendente sin que de momento haya signos de pararse. Por ello pienso que son Aires difíciles.

Tras días de limpiezas exhaustivas y organización de ropas y objetos en casa, libros con proyectos de lectura en cada mesa, álbumes de fotos del pasado siglo por recordar,  la mente, mucho más ágil que las piernas y más sutil que cualquier gesto físico absurdo en estos momentos por carecer de actividad social, me ha llevado a describir una pirámide como esas que aparecen en los gráficos de datos de población. Una osadía por mi parte, teniendo en cuenta que eso de los gráficos no sé ni cómo hincarle el diente por mi analfabetismo digital entre otros déficit formativos. Solo se me ocurre enumerar, según mis criterios personales, los colectivos que compondrían mi imaginaria pirámide que a mi juicio tienen mayor protagonismo en estos días raros que vivimos, en los que nuestro  hábitat es el patio de butacas de la casa, desde el que aplaudimos cada noche a los que  representan cada día La Odisea, lidiando con el caos sanitario.

O sea que pasaré de porcentajes y gráficos, para eso nos sobran con los que cada día nos muestra el doctor, Simón, muy preocupantes por cierto, y simplemente expresar mi reconocimiento en primer lugar al personal sanitario, auténticos héroes de esta guerra, que ya nadie duda que lo es. Seguidos de un gran ejército de policías nacionales y locales, guardia civiles, UME, bomberos, vendedores, empleados de la limpieza, cuidadoras de personas mayores, investigadores, ingenieros informáticos (impresoras 3D), agricultores, a los que se van uniendo otros  colectivos con vocación de altruismo y solidaridad como grandes empresas del sector textil (ahora transformada su producción), de telefonía, hoteles, establecimientos de comidas a disposición del personal sanitario y transportistas, actividades culturales, paseos virtuales por museos, libros, música, etc. Agradecemos sus iniciativas sin olvidar la de TVE para facilitar a los pequeños una programación escolar para mantener su actividad de aprendizaje.

Cómo no pensar en los deportistas, de élite y  también  aficionados, audaces luchadores cada día en sus improvisados gimnasios domésticos a seguir rigurosamente sus entrenamientos cotidianos. ¡Cuándo acabara esto! O en las personas mayores que viven solas, pero para las que, afortunadamente, la generosidad de los vecinos hace más llevadera esta difícil situación.

En mi opinión el colectivo que merece un gran aplauso en el patio de butacas de este gran teatro domestico son los niños, auténticos héroes de este encierro, a todas luces indefinido, que nos dan ejemplo  de resistencia, y de ánimo a los mayores, confinados en pequeños espacios compartidos 24 horas, sin posibilidad de correr, saltar, gritar y jugar al aire libre.

A veces sueño despierta, claro, que veo a las brigadas de la UME con sus equipos de desinfección y trajes de extraterrestres limpiando parques infantiles y jardines para que el primer día “D” puedan salir en estampida de su ingrato encierro. ¡Ojalá fuera pronto!

Es posible que algunos colectivos no se sientan representados en mi pirámide imaginaria, pero es que en ella no caben aquellos que por una anomalía normativa disfrutan de ciertos privilegios en mi opinión injustos e injustificados. Algo no funciona, pues observo en mis imprescindibles salidas para conseguir artículos de primera necesidad que las calles, solitarias y silenciosas, siguen sus aceras sembradas de excrementos de perro. Me temo que muchos ciudadanos están haciendo mal uso de su injusto privilegio. Las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno son en este sentido asimétricas y discriminatorias. ¡Sin acritud! Las mascotas disfrutan hoy de más libertad de movimiento que los niños ¡Ya, ya, ya sé que esto puede parecer una idea simplista!, que el COVID-19 no afecta a los perros, y sí que puede afectar a  niños y adultos. Pero no me negarán que los  sufridos confinados, que somos muchos, sintamos cierto resentimiento con la normativa establecida al respecto.

Con la selección musical, rescatada de estilos y épocas varias que nos evocan primavera perdida, resistencia, esperanza con las que amenizamos el día a día de nuestro obligado encierro.

¿Quién me ha robado el mes de abril?

¡Ha sido  cosa del COVID!

¿Quién me ha robado el mes de abril?

Con muchísima ilusión…

Espero el fin de la reclusión.

¡ANIMO PARA TODOS!