El hechizo de la Navidad

Autora: Carmen Sánchez Pasadas

El Hechizo de la Navidad dio unos pasos hacia adelante, no quería quedarse atrás, como le ocurrió el año pasado. Anhelaba estar el primero en el estante y que los niños lo descubrieran al entrar en la tienda. Sabía, por lo que le habían contado, que si un pequeño se paraba a mirarlo, probablemente el adulto que lo acompañaba lo adoptaría. De esa forma tendría un hogar y una amistad infinita comenzaría entre ambos.

El año anterior, cuando llegó a la librería, imaginaba  que era acariciado por una mano infantil, que despertaba emociones en la mirada ingenua o redescubría las aventuras que albergaban sus palabras en la mente de un pequeño. Pero aquella Navidad nadie lo adoptó. Quizás su portada no era atractiva o acaso el título era poco sugerente. Aunque él intentó abrir un poco sus páginas para que vieran lo prodigiosa que era su historia, fue en vano.

Luego, después de un año en el almacén, asustado por ruidos extraños, respirando  polvo y soportando una humedad densa, mientras solo un anodino listado de ordenador recordaba su existencia, El Hechizo de la Navidad, sintió que volvía a la vida cuando regresó a la tienda. Sin embargo, un comentario del encargado, acerca de su devolución si no salía antes de que acabara el invierno, lo dejó aterrado. Entre los libros se decía que el peor final para uno de ellos era el regreso a la editorial, donde la incineradora esperaba a los libros que nadie quería leer. Superado el pánico,  estuvo atento a cuanto acontecía en el local. Las últimas novedades que llegaban al establecimiento, eran  tesoros para el gerente consiguiendo siempre los mejores puestos en el mostrador. Los antiguos en cambio, quedaban medio ocultos en la penumbra.

Un día ocurrió algo inesperado, una nueva vendedora empezó a trabajar en la librería, para atender la temporada navideña. Era una lectora empedernida, que valoraba los libros lejos de listas de ventas o publicidad descreída.  Cuando pasó junto a la estantería, donde estaba El hechizo de la Navidad, éste respiró profundamente y un halo de sí mismo llegó a la joven.

–¿Por qué estás aquí tan escondido? –dijo la muchacha mientras lo cogía. –Este no es lugar para ti–. Añadió al tiempo que lo colocaba en el mostrador, junto a los libros más vendidos.