Una comida con amigos

comida con amigos

Autora: Patro Gutiérrez

El día prometía, había amanecido radiante, ayudando bastante a tener los ánimos bien subiditos.

Marta había llamado nada mas levantarse a su amiga del alma Lola. “Ve pensando desde ya lo que te vas a poner porque hoy toca comer en la calle. Mi marido ha reservado una mesa ya que también se ha apuntado mi hijo. Está loco por estar un rato en tu compañía, y digamos que por él se ha planteado esta comida. Vamos a ir al restaurante ese que tanto nos gusta que queda muy cerca de tu casa. Te recogeremos a las dos de la tarde. Sé puntual y no nos hagas esperar con los retoques de última hora que te conozco.”

Lola vive sola, soltera y ya jubilada, no tiene horarios ni obligaciones con nadie, vamos, a su manera. Suele salir muy poco, cada vez le cuesta más dejar su zona de confort, entre otras cosas por que se ha malacostumbrado a estar en casa lo más cómoda posible y salir a la calle le supone tener que emperifollarse de los pies a la cabeza y no se conforma con un look cualquiera.  Ella, si sale, va impecable además de con mucho gusto y elegancia. A pesar de los años, aún conserva ese cuerpazo de top model con el que la naturaleza la ha dotado. Ella solita sabe hacérselo todo, incluida la peluquería. Necesita sentirse muy segura y que los demás la encuentren perfecta.

Ya en el restaurante, bien acomodados en la mesa que nos habían reservado, estuvimos disfrutando de la excelente comida que el camarero –un auténtico crack- nos iba sirviendo con todo el esmero posible. Siempre nos tratan como si fuéramos de la familia. Los vinos ni os cuento, y los postres aunque estemos muy llenos hay que hacer un sacrificio y hacerles un hueco porque son exquisitos. Los precios bastante razonables. Recomendable al cien por cien. Salimos muy satisfechos, ¡chapeau!, por el ambiente, el trato y sobre todo la comida. Es un lugar que te provoca a querer volver a él.

El día seguía siendo agradable, y a Lola, lo mismo que le costaba salir, ya una vez que se había animado a ponerse guapa y estaba en la calle no había quien la recogiera bajo ningún concepto. El siguiente destino sería tomar café en una agradable terraza de la zona y seguir en buena compañía. Ella estaba dispuesta a invitar a todo lo que encartara durante la tarde. Siempre le gusta agradecer y quedar como lo que es, una señora.

Veníamos tranquilamente paseando, ya que estábamos bajo los efectos que produce el bajón de la digestión que nos deja la cabeza hueca, cuando un paso en falso hizo que Lola perdiera el equilibro y cayera rodando por las escaleras, quedando sin conocimiento por el fuerte impacto que dio la cabeza sobre el pavimento produciéndole una brecha que provocó que su cara y su camisa blanca, impoluta hasta ese momento, acabarán con un estampado rojo bastante escandaloso. Fueron momentos de verdadero pánico, la palidez se había apoderado de ella, su rostro estaba totalmente blanco y terso, como si estuviera esculpido en hueso blanqueado. ¡Qué horror! Nos quedamos todos en estado de shock… Rápidamente acudieron dos chicos, uno de ellos era sanitario y ayudó todo lo que pudo junto a otro que le puso una toalla apretada en la herida a modo de torniquete. Mientras, ya se había avisado a la policía y a esta a su vez a una ambulancia que se personó a la mayor brevedad posible.

Una vez en el hospital ella iba despertando y preguntaba que donde se encontraba, no recordaba nada. Antes de nada le practicaron unos puntos en la herida de la cabeza y ella animaba a los sanitarios diciéndoles que raparan sin miedo para poder trabajar ellos debidamente. En cuanto valoraron su estado, pasaron a hacerle un TAC para poder comprobar si existía algún daño cerebral. Mientras salían los resultados la monitorizaron y pasó la noche en observación como era de esperar. Al día siguiente, viendo que no se había encontrado nada alarmante, le dieron el alta y ya si tenía ganas de volver a su casa.

Al no quedarle secuelas, decidimos volver al mismo restaurante a los pocos días para de alguna forma celebrar que todo había quedado en un mal rato y nada más.

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