España versus Cataluña

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Autora: Elena Casanova Dengra

Rafi se hallaba pletórica desde que se enteró que había aprobado las oposiciones a secundaria. Después de duros años de estudio y confinamiento, quería agradecer a sus amigos todo el  apoyo que había recibido para animarla a seguir. Como su cumpleaños coincidía en sábado, eligió ese día para compartir una agradable velada.

A las nueve de la noche nos citó en su casa con una “exuberante” cena a base de platos precocinados; Rafi no es muy amante de la cocina, pero aún así le agradecimos toda su buena voluntad. Con las bebidas triunfó: eligió las mejores cervezas y vinos que su diezmada economía fue capaz de alcanzar. Llegué la primera  con una caja de bombones y un ramo de flotes que adornó la mesa durante toda la noche. Minutos más tarde, aparecieron el resto de amigas y por último, los únicos chicos, Carles y Mariano. No pudimos ocultar nuestra sorpresa al ver colgadas  de sus cuellos sendas corbatas, una con tres franjas horizontales en amarillo y rojo, y la otra con rayas más pequeñas en vertical de idénticos colores. Nos reímos ante semejante ocurrencia imaginando que el toque irónico de su vestimenta se debía a las circunstancias  en las que se hallaba el país.  Pocas veces, desde que nos conocíamos, y ya iba para cinco años, habíamos hablado de política y si lo hicimos alguna vez,  de forma muy superficial. Pero no se conformaron solo con las corbatas, también traía cada uno una enorme tarta adornada en amarillos y rojos. «Excesivo» pensé, pero no llegué a darle mayor importancia.

Nos sentamos  a la mesa,  y lo que empezó siendo una  amena conversación y divertidas bromas entre un grupo de amigos, fue convirtiéndose, de manera muy sutil, en un cruce de acusaciones  entre dos grupos con unas firmes e irreconciliables convicciones ideológicas. En plena crisis de las elecciones catalanas, Carles, ondeando su corbata, defendía con uñas y dientes unas elecciones a todas luces ilegales. Por otro lado, Mariano, cogió la suya y se la ajustó la cabeza. Como un corsario empuñando un tenedor se subió a una silla y profirió, con la lengua pastosa después de varios vinos,  las bondades de un país unido  y la imposibilidad de dejar a un puñado de inútiles nacionalistas catalanes el derecho a opinar. Rafi, con toda la calma de la que fue capaz,  intentó mediar en las discusiones. Me uní a ella con el convencimiento, a priori, de que nada podía hacer entre aquellas personas totalmente desconocidas para mí. Miraba a Rafi con la impotencia de la derrota, y  no nos quedó otra que escuchar durante horas argumentos, expresiones y juramentos sólidos y taxativos,  todos ellos revestidos de una amalgama de colores que abarcaban desde el  amarillo al rojo pasando por todas las tonalidades anaranjadas.

Rafi, con cara de cordero degollado, retiró de la mesa platos y cubiertos sucios y descolocados. Me ofrecí a ayudarla puesto que nadie más lo hacía y, en honor a la verdad, quería huir de aquel antro de chillidos a modo de tertulia televisiva. Colocamos platos limpios y cucharas del postre, las copas y una botella de cava. Rafi sacó los postres con sus arrogantes banderas. Nadie nos hizo mucho caso, ni siquiera miraron los dulces ni la bebida, seguían enfrascados en sus dialécticas insalvables de toda lógica o razonamiento.

Agotadas, Rafi y yo  nos retiramos a la cocina con la botella de cava. Extendimos una toalla blanca en el suelo y nos sentamos. Llenamos hasta el borde dos vasos de plástico, encontramos una magdalena decrépita, dura y enmohecida en un armario; le colocamos un par de velas, las encendimos y cantamos un aciago cumpleaños feliz para terminar brindando por la negligencia de unos dirigentes  de un país que lleva  tiempo cayendo en el abismo y que parece no tener visos de salir a flote, reflejo de ello, lo teníamos a dos pasos, en nuestro comedor.

2 pensamientos en “España versus Cataluña

  1. Muy oportuno el tema, querida Elena. Un poco así estamos en todas partes. Hemos despertado al monstruo y se están manifestando de nuevo las dos Españas, con todo su «esplendor»
    «Quien siembra vientos recoge tempestades». Tenemos en estos días la cosecha de lo sembrado durante años, la ira, el rencor, la intolerancia…
    A ver qué va sucediendo. Un gran abrazo y ánimo con los relatos; ojalá un día se publicase un libro con todos los que habéis escrito.

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